El movimiento feminista ha reformulado, en un trabajo silencioso y constante de años, el concepto de maternidad. Las mujeres como muchas de ellas lo mencionan, han luchado por obtener derechos, que hoy no están dispuestas a renunciar. Entre ellos el Derecho Humano del Aborto. Uno de los momentos que me ha parecido más impresionante en esta lucha, ha sido aquel en que comenzaron a llamar Derecho Humano, al Aborto. Tuve la bendición de estudiar algunos años la carrera de Derecho, y en ella aprendí, en el ramo de Derecho Constitucional, que un derecho humano, era un derecho inalienable, esencial, anterior a toda norma escrita, parte de nuestra esencia y dignidad humana. Por eso sé, que el aborto No es, ni nunca será un Derecho humano [1] . Nuestra esencia y naturaleza, lo aceptemos o no, está preparada para la maternidad, es nuestro diseño, está contenido en nuestros genes. Miles de mujeres podrán hacer una marcha multitudinaria en protesta por está imposición patriarcal de l
Morir y vivir con Dignidad, en nombre de estos preceptos se diputan temas tan álgidos como el aborto y la eutanasia, ambos situados en distintos momentos, el primero en el que la vida está irrumpiendo y el segundo cuando la vida se escapa de las manos. Ambos imponen un final, sin embargo, la muerte como tal, sólo será considerada si ocurre desde el momento en que el feto se separa completamente de su de su madre a través del corte del cordón umbilical [1] . La muerte como resultado de un aborto, no existe conceptualmente, menos aún la dignidad de esa muerte. Dentro de los criterios que hoy se incluyen para determinar que una persona ha dejado de existir, se encuentran la evaluación del estado de conciencia, la ausencia de actividad cerebral, etc. Estos son criterios válidos para la vida extrauterina. Entonces surge la pregunta. ¿Es también la muerte fetal por aborto, un momento al final de la vida? Probablemente, no sea una reflexión de la mayoría, sobre todo en los países en que